Mientras cenaban, de las viandas que ellos mismos traían, costumbre curiosa y ya perdida, que merecen un comentario aparte el cual es merecedor de ello, si es que las ganas y el espíritu del pasado nos alimenta lo suficientemente, tanto al ánimo como a la memoria; pero volviendo al asunto, escuchaban supongo
nuestros recitales poemáticos, las posteriores discusiones y opiniones. Ahora me pregunto, que es lo que pesarían de nosotros, aquella familia gitana, tan sin ellos saberlo entrañable.


